Me acerqué a su oído y le dije con una voz tenue: “Adiós Lucia…”. Una vez dichas esas palabras me retire de ese lugar, quería ser fuerte, no iba a perder mi orgullo, ella me había hecho sufrir demasiado, no le podía dar el gusto de ver una lagrima mía. No volteé la mirada, sin embargo sentí como unos pasos apresurados se hacían cada vez más sonoros, y una voz desesperada que gritaba mi nombre, me hizo recordar la primera vez que hablamos, en aquel lugar, discutiendo quien era más antisocial, aquellos días, cuando las cosas no eran tan complicadas. “Nunca pensé que te llegaría a querer tanto y en tan poco tiempo” fue una de las pocas frases entupidamente románticas que me dijo, y que por supuesto, yo le creí, no se como pude pasar tanto tiempo cegado por su falso amor. Seguí hacia delante como siempre con la mirada en alto, si antes que la conociera no dependí de ella, estoy seguro que podré valerme por mi mismo a partir de ahora, o al menos eso pensé.
Seguí caminando, hasta que pronto escuche un estruendo y un grito de dolor desesperante, lo cual me incito a voltear, y la escena que vi fue indescriptible, la gente acumulada, un bus detenido en la puerta del Jockey Plaza e increíblemente una ambulancia que se aproximaba a gran velocidad, luego de pasar por en medio de la gente, lo confirme, en ese lugar yacía el cuerpo de Lucia en un charco de sangre. Que había pasado con esa determinación que tenia, ¡Por Dios era un ser humano! No podía continuar como estaba, yo aun la amaba, todos los sentimientos que tenia salieron a flote junto con un llanto interminable, la mujer a la que tanto había amado, ahora estaba en mis manos, pero sin un solo aliento de vida recorriendo sus labios.
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